viernes, 29 de julio de 2016

Catalonia is not so different



"Mosca" extranjera (inglesa, catalana, castellana, espa??ola??? etc.), tambi??n conocida como Apis mellifera:



El argumento de la tradici??n para defender antiguas y obsoletas pr??cticas es f??cilmente desmontable. Y hablando de desmontar: sin la llegada de los espa??oles los sioux (lakotas y otros) no se habr??an convertido en las extraordinarias hordas de caballer??a que conocemos por los westerns. ??ltimamente he estado leyendo sobre las especies invasoras y he visto confirmado que hay muchas exageraciones y falsedades sobre ellas frente a algunos pocos y documentados casos alarmantes. Vamos, que en ecolog??a y biolog??a tambi??n se da la xenofobia. En 1747 el bot??nico Pehr Kalm, enviado a Am??rica por Linneo en busca de plantas econ??micamente rentables, document?? la introducci??n de la abeja en las colonias. Los indios de la regi??n de Filadelfia (Lenape y Susquehanna) nunca las hab??an visto antes de que los europeos llevaran varios a??os asentados all??, as?? que los nativos las llamaron ???moscas inglesas???, lo que no les impidi?? disfrutar de la miel e incorporarla a su dieta. A los ind??genas de Pensilvania no les extingui?? su sensatez, sino la insensatez de los reci??n llegados. Las moscas espa??olas hemos alimentado a las catalanas y viceversa durante toda nuestra larga historia com??n ???sinergias, simbiosis???, pero parece que muchos est??n empe??ados en empobrecer nuestras dietas s??lo con rancios alimentos supuestamente nativos. Tambi??n pudiera ser que las m??s numerosas moscas espa??olas pusieran en peligro la idiosincrasia de las catalanas. Yo creo que no es as??, al contrario.

Probablemente hay tantos catalanes distintos como castellanos o (resto de) espa??oles diferentes; todos son biling??es y disfrutan del espa??ol como primera o segunda lengua, suerte para ellos, pero no se puede ignorar el hecho de que muchos (??la mitad aproximadamente?) se sienten m??s catalanes que el resto y eso se manifiesta en su adscripci??n nacionalista e independentista. Rodeados por franc??fonos y castellanoparlantes han mantenido loablementesu lengua y cultura propias.

Es sabido que a veces para contemplar una escena confusa no se precisan telescopios ni mucho menos microscopios, sino todo lo m??s un gran angular o m??s simplemente distanciarse y comparar, contextualizar y relativizar. El catal??n no es un caso tan raro en Europa, m??s bien al contrario. Otras peque??as naciones como checos, h??ngaros, eslovacos, croatas, rumanos o b??lgaros han mantenido sus culturas, idiomas y a veces religi??n indemnes de las de las m??s poderosas naciones que les rodean o incluyen, como Turqu??a, Austria o Rusia. As?? que no es excepcional que Catalu??a haya mantenido un territorio idiom??tico propio y s??lido, que adem??s se ha visto impulsado desde sus sucesivos gobiernos auton??micos, que no aut??nomos, con la aquiescencia o al menos resignaci??n ben??vola de los sucesivos gobiernos espa??oles desde la restauraci??n democr??tica. Tambi??n est?? relativamente demostrado que una minor??a siempre que sea superior econ??mica e intelectualmente a la mayor??a no termina siendo absorbida por esa, al contrario, influye en ese resto mayor. No es asimilada. El historiador Gabriel Jackson, buen conocedor de Catalu??a y del resto de Espa??a, compara el caso catal??n con el de Grecia en la Roma  de la antig??edad, donde las comunidades griegas mantuvieron su identidad no s??lo en la misma Grecia sometida al Imperio Romano sino en la propia Italia o en el Cercano Oriente. Y hay m??s casos. Los campesinos, mercaderes y artesanos alemanes que desde el principio de la Edad Media hasta bien entrado el siglo XVIII se instalaron en Rusia, Transilvania y las orillas del B??ltico conservaron su lengua y su cultura propias. 

Tambi??n se ha dado el caso contrario, como los variopintos emigrantes europeos que se fueron instalando en los nacientes y pujantes Estados Unidos y acabaron siendo angloparlantes y norteamericanos como los que m??s. En Pensilvania ya no hay por desgracia lenapes ni susqueahanos ???salvo quiz??s alg??n gen suelto aqu?? y all?????, pero s?? abundancia de estadounidenses de origen sueco o neerland??s en particular, adem??s de ingleses, escoceses, irlandeses, galeses y muchos otros. O los europeos del Este que se instalaron en Francia y Alemania a lo largo del siglo XIX y se convirtieron en franceses y alemanes. Los catalanes llevan siendo espa??oles mucho m??s tiempo que esos ejemplos. Y siguen siendo catalanes cultural y ling????sticamente, y tambi??n espa??oles, lo quieran o no, consciente o inadvertidamente. 

En Catalu??a se dan los dos factores para esa supervivencia: ha habido una s??lida poblaci??n campesina o rural b??sicamente catalanoparlante, con un idioma diferente al resto de sus vecinos, como los checos o los rumanos, y hay un nivel econ??mico y desde antes cultural o educativo tambi??n superior hist??ricamente al de sus vecinos de los que ahora, aquejados de esa paranoia victimista propia de los complejos de inferioridad o peque??ez, quieren separarse, exactamente como las comunidades alemanas de Europa Oriental.

Pero con Catalu??a los gobiernos espa??oles han venido siempre cometiendo muchos errores de relaci??n. No s??lo ahora mismo, que tambi??n. Desde el Conde Duque de Olivares, pasando por una sucesi??n de Borbones autoritarios, hasta Primo de Rivera y Franco todos han pretendido asimilar-anular Catalu??a por la fuerza, en detrimento tanto de Catalu??a como del resto de Espa??a. En 1932, con Manuel Aza??a de primer ministro, se promulg?? el Estatuto Catal??n de Autonom??a (pero no se crey?? necesario hacerlo con la Rioja, Murcia, Cantabria, Madrid y un largo y dudoso etc??tera). Ese estatuto dur?? menos que la Rep??blica: dos a??os, hasta la revoluci??n asturiana de 1934. Como se sabe la dictadura franquista no lo reinstaur??, sino la democracia espa??ola durante la Transici??n. Pero es ahora cuando renacen las ansias de separaci??n, que parecen m??s intensas cuando parad??jicamente tienen un mayor autogobierno, aunque persistieron los errores, como el ???caf?? para todos??? de las 17 autonom??as, sin mayor reconocimiento en principio a Catalu??a.

En el debate nacionalista no suele haber argumentos, sino opiniones, todos tenemos una, al menos la que nos inducen a tener. La pol??tica no siempre tiene que ver totalmente ni con la justicia (y menos en procelosos y enconados procesos hist??ricos) ni con la l??gica. Los nacionalismos son para m?? un residuo tan irracional, o emocional, como anacr??nico. No soy nacionalista del bando supuesto o real contrario, ni siquiera del europeo. Mi patria son mis zapatos, como reza una canci??n, o en todo caso, la ciudadan??a, como se entiende desde la revoluci??n burguesa que aqu?? desgraciadamente no tuvimos y adem??s tengo pasaporte, como dijo un ocurrente. Cuando me apetezca ir?? a Catalu??a, aunque en mis ??ltimas vistas, concretamente a Gerona, no me sent?? a gusto con tanta proliferaci??n de banderas, una en cada balc??n, pero igual de inc??modo me habr??a sentido en Madrid con la misma profusi??n de la bandera supuesta o realmente enemiga. Las banderas son para m?? trapos para identificar a amigos y distinguirlos de los enemigos. Yo elijo tanto a unos como a otros y no dejo que me los impongan. Soy as?? de chulo, o as?? de libre, seg??n se mire. 

En estos tiempos de barbaries renovadas, de auge de la industria textil de las banderas, ser dem??crata de veras y no de boquilla no es poca cosa. De igual forma que una lengua no pertenece como una esclava a ning??n pueblo y siempre puede ser alterada e influenciada por otras voces lejanas enriqueci??ndola, nadie deber??a ser esclavo de una patria. Entre un falso cosmopolitismo vac??o, como el turismo de masas, y el hermetismo asfixiante de los nacionalismos se encuentra la fecunda permeabilidad de esas ???grandes almas cosmopolitas???, que dec??a Rousseau. Necesitamos identidades, pero inciertas, como dependencias ligeras, no grabadas en piedra; no esencias inmutables, por lo com??n inventadas en gran parte, que transmitir de generaci??n en generaci??n, fatalidades nacionales, memorias colectivas, tumbas de pasados gloriosos??? jaulas.

Adem??s, tendr??is observado ???hay ejemplos de sobra??? que muchos de los patriotas m??s vocingleros de cualquier bando ???espa??olistas o catalanistas tanto da??? que agitan las banderas contra las moscas vecinas aunque extranjeras, son totalmente cosmopolitas y hasta ap??tridas con la miel del dinero. Algo muy curioso que deber??a hacernos reflexionar. En catal??n se dir??a "agafar el rave per les fulles"




miércoles, 27 de julio de 2016

Brever??as de amores


 

Amar al pr??jimo


Resistirse y resentirse se parecen mucho, si no pongo cuidado al escribir uno, me puede aparecer el otro verbo. Y en el fondo est??n pr??ximos no s??lo fon??ticamente. La resistencia siempre requiere esfuerzo y eso te hace resentirte. Pongo ejemplos: resistirse a la ola de xenofobias que nos invaden, resistirse a la tentaci??n de echar la culpa de la incertidumbre de este mundo globalizado a los dem??s, a ser posible 'los otros'. Lo bueno es que esa resistencia tiene premio: en lugar de resentirse, simplemente sentirse mejor con uno mismo, porque, estoy convencido, odiar al otro es odiarse m??s o menos inadvertidamente a uno mismo. ??Acaso el xen??fobo no se siente extra??o o el hom??fobo no siente la tentaci??n de no ser suficientemente masculino o heterosexual? En ese sentido es en el ??nico que acepto el mandato de amar al pr??jimo como a uno mismo, que si no me parecer??a inviable y hasta hip??crita. Es decir, amo al otro, porque me amo a m?? mismo. Segunda acepci??n ant??nima de resentirse, no volver a sentir lo malo, ausencia de resentimiento.

Lo peor en el amor  no son las hojas secas

Claro que el amor duele, si no no lo ser??a. Encontramos consuelo como pisamos hojas secas: o??mos su crujiente sonido, sin mirarlas detenidamente. As??, peor que seguir amando a alguien que ya no te ama es no haber amado nunca a nadie, o que nadie te haya amado a ti. Por este orden. Vivo con amor y sin obsesiones el amor ausente. Hojas ya secas. Crujen, son bonitas, duelen.



Amor a uno mismo

Nos podemos masturbar ???hay quien lo llamar?? ir??nicamente autoestima???, hacer el amor con uno mismo, pero en cambio no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos. Eso deber??a hacernos meditar sobre la mayor relevancia de las caricias y la risa frente a coitos o meras eyaculaciones.


El cristal con que mirar a las grandes parejas

Son sensaciones, pero creo que ajustadas a la realidad: me gust?? siempre m??s Hillary que Bob, hablo de los Clinton, pero tambi??n me gusta mucho m??s Michelle que Obama y en su d??a Carmen Romero que Felipe Gonz??lez (en este caso mucho m??s), y podr??a seguir con los ejemplos de parejas. Finalmente deduzco de todo ello que no es tan cierto que detr??s de cada gran hombre hay una gran mujer, que altruista y sacrificadamente le apoya, sino m??s bien que delante de cada gran mujer hay un hombre que se infla a su costa y la tapona, la oculta y la tapa. ??Parasitismo de g??nero o complicidad de pareja?



Misoginia cient??fica

Quiero decir machismo inadvertido, nada alevoso. El ??nico cr??neo del llamado hobbit de la isla de Flores, "El hombre de Flores", era de mujer. No pasa nada, o lo que pasa es que el gen??rico de nuestra especie es "El hombre", como el le??n o como la nutria.


Corazones grabados

El saca la navaja alardeando mientras ella inclina evaluadora la cabeza hacia su hombro y mira el proceso. En la blanda corteza del ??rbol, dentro de la vi??eta de un coraz??n con una flecha atravesada, graba ambasiniciales, a veces la fecha, tan caduca. Pero el ??rbol crece y crece, su parsimon??a es m??s longeva que el entusiasmo amoroso, y va ascendiendo el coraz??n hasta hacerse inalcanzable desde el suelo. ??Veis la met??fora?


Duelos en el parque


Estoy aguardando el d??a en que una se coloque en el centro y ellos caigan todos derrotados de amor. Es un cortejo y es una lucha incruenta. En el parquecito que hay debajo de mi balc??n se congregan los raperos. Creo que el hip hop les est?? llevando a la poes??a, si es que no est??n dentro de ella ya. Aparentan dureza y son hermosos. Establecen duelos como los versolaris vascos, se retan unos a otros como juglares extra??amente gesticulantes, descoyuntados. Con mi pinta actual de narco jubilado (me he dejado bigote y perilla en candado), estoy tentado de bajar ???tengo ensayados un par de movimientos??? y leerles en voz alta Poeta en Nueva York o Elogio de la sombra, para que comprueben lo modernos que eran sus tatarabuelos. Entonces llegan ellas, a??n m??s bellas y m??s duras, y el ruedo se convierte en una palestra de gallitos pavone??ndose, mostrando sus plumas. Ellas de momento no recitan, s??lo observan y aguardan, como yo. Ser??a torpe pensar que son pasivas. Ellas juzgan y deciden, eligen. Y a mi machismo blando, pero expectante y revocable, le parece justo.