miércoles, 31 de agosto de 2016

Yo y la trascendencia



Los fan??ticos islamistas que realizan atentados indiscriminados me colocan en un colectivo que es el de los que hemos sido declarados ???madhur el dam??? [???aquellos cuya sangre debe ser derramada???], simplemente por infiel y ciudadano de una naci??n opresora. Yo a ellos les coloco directamente en la Edad Media, con perd??n de los trovadores, los artesanos, los campesinos y los copistas.

Pese a ser ateo percibo que tanto el materialismo como el te??smo son inadecuados como concepciones trascendentes, y sin embargo, a los humanos nos resulta inconcebible abandonar la b??squeda de un punto de vista trascendente que nos permita entender qu?? lugar ocupamos en el universo. Por ello la expresi??n ???ate??smo religioso??? no me parece un ox??moron, porque creo que la religi??n no implica necesariamente una creencia en Dios, sino que ata??e m??s bien al significado de la vida humana y lo que implica ???una vida buena???. Creo firmemente que la vida posee un sentido intr??nseco, aunque no me pregunt??is cu??l, y que la naturaleza es inherentemente bella. Que esas convicciones no pueden separarse como simples ideas del resto de la vida personal, que permean nuestra existencia y generan nuestra dignidad.

Desde que Nietzsche declar?? la muerte de Dios, en el sentido que yo la interpret?? y no en el a mi parecer tan bobo y elemental de Dostoievski (???si Dios ha muerto todo est?? permitido???), numerosos cient??ficos a la par que han sido conscientes de que sus aportaciones no iban a resolver este dilema, han reconocido que al enfrentarse a la vastedad del universo o los misterios del mundo subat??mico ten??an experiencias emocionales que pod??an calificarse de ???numinosas???.

Mi ate??smo es tan firme como mi sentido religioso. No se trata s??lo de que no crea en Dios, sino de que, como es l??gico, albergo la esperanza de que no exista. No s??lo no lo veo necesario, sino que no quiero que exista, no quiero que el maravilloso universo tenga ese car??cter en el fondo prosaico por muy acto divino del que supuestamente derive. Por fortuna, todos los avances cient??ficos me ratifican en mi convicci??n: no s??lo Dios no existe, sino que ni falta que hace.

Hay un ???todo moral???, un mundo de ideales capaces de unirnos colectivamente, porque lo contrario es la inc??moda sensaci??n de que nos falta algo, ese algo que ofrec??a el Reino de Dios en la Tierra. La existencia es algo formidable, y la rutina diaria, aunque sea componer sinfon??as o investigar en la gen??tica, es una respuesta insuficiente a esa condici??n, un d??ficit de conciencia. Una vida de car??cter meramente humano, es decir, animal, resulta insuficiente, una ceguera parcial ante nuestra existencia. El impulso a buscarle sentido a nuestra existencia es tan real y acuciante como la m??s familiar de nuestras necesidades biol??gicas. Los cient??ficos podr??n responder a todas las preguntas que se plateen, pero los problemas de la vida seguir??n intactos; no podemos soportar una vida carente de sentido.

Ahora bien, cuando veo esas brutales intolerancias, para m?? nada religiosas, que justifican e incitan a la matanza de inocentes, como la fatwa citada al comienzo, o en tiempos pasados no tan remotos las de otras religiones, como la cristiana de mi entorno, que por mucho tiempo que pase no borraran esas infamias, entonces, digo, me siento orgulloso de ser un ateo muy religioso. Por cierto, no hay cosa m??s idiota que ese "ate??smo cient??fico" que intentaron establecer los sovi??ticos en el siglo pasado. La falta de trascendencia deja un hueco muy grande. El problema es que las religiones rellenan ese hueco con materiales de baj??sima calidad.

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